Uno de los grandes conflictos, que vive permanentemente la humanidad y que les aporta gran sufrimiento es justamente el quedarse atrapados en el pasado. Nos quedamos, a veces, anclados en la culpa o en pensamientos o en hechos, que nos llevan a vivir el pasado, y eso es una de las formas más grandes de generar sufrimiento y de generar tristeza.
El quedarse anclado en el pasado es fácil, porque de alguna manera pasa a ser una válvula de escape, que nos distrae de tomar un impulso hacia el cambio y un impulso hacia el futuro. Muchos sabios y expertos espirituales en meditación zen, y grandes maestros espirituales sugieren que para evitar esta forma cruel de quedar atrapados en el pasado y generarnos a nosotros mismos sufrimiento, lo que hay que hacer es, una y otra vez, vivir en el aquí y en el ahora.
Vivir el aquí y el ahora significa disfrutar de lo que somos y tenemos, y no estar anclados a la expectativa de lo que podría ser o de lo que ya fue. Para disfrutar de este presente, para disfrutar del aquí y el ahora, tenemos que liberarnos del pasado y de la culpa, y, sobre todo, tratar de afrontar el futuro de una perspectiva realística.
Una mente centrada, permanentemente, en el momento presente, logrará siempre ir en camino hacia una vida plena. Cuando nos dejamos arrastrar por tendencias de la mente a reunir una serie de pensamientos negativos y experiencias del pasado, eso nos impide salir adelante en nuestras metas y cumplir nuestros sueños.
Es importante estar consciente, a cada momento, y decidir qué sentido vamos a darle a cada experiencia. Es importantísimo darnos la oportunidad de descubrir todo aquello que estamos viviendo a plenitud, día a día.
Si tenemos y formamos esta actitud, eso nos permitirá disfrutar, no solo de la vida, sino disfrutar de las personas, de una manera más espontánea, de una manera más libre.
Viviendo el aquí y el ahora lograremos aceptar a quienes están a nuestro alrededor, liberándonos de exigencias y prejuicios.