Ruth Hidalgo

Panóptico digital

El uso y abuso de las redes sociales es pan de cada día en la vida de los ecuatorianos, y en tiempos electorales cobra mayor relevancia. Al ser un espacio sin control, todos, y los políticos más, las usan para posicionar sus candidatos y para atacar adversarios sin piedad.

El giro negativo que va cobrando esta herramienta, obliga a reflexionar a todos acerca de su legitimidad y eficacia, para transmitir mensajes, pensamientos y argumentos. No hay duda que, las redes significaron un avance tecnológico importante, pues globalizaron la comunicación, y abrieron puertas hacia la masificación de las noticias -todos querían ser parte de ese boom-.


Pero hoy, han sido contaminadas por malas prácticas y son el semillero de discursos de odio, polarización y falsas noticias. Este fenómeno, llevado a la política en campaña electoral, convertirá a las redes en campos de batalla; paredones de desinformación y violencia.


Si bien las redes son un espacio de expresión libre -lo cual hay que recalcar-; no es menos cierto que adolece de un grado enorme de irresponsabilidad en su administración. Y eso, sumado a su poder de influencia colectiva, las está convirtiendo en verdaderos panópticos digitales.


Panópticos, porque allí se proyectan toda clase de frustraciones, traumas políticos, aberraciones, obsesiones y odios, y los usuarios terminan terapiándose entre sí a través de insultos, blasfemias y ataques de todo tipo.


Pero lo más grave es que, su uso ha banalizado el debate. Ha sustituido a la discusión respetuosa tan necesaria en la sociedad actual, por la calumnia y la violencia. El pensamiento crítico se ha reducido a 280 caracteres, en donde sus creyentes pontifican su verdad absoluta, y aquellos que reclaman debates más extensos, personales: humanos; son tachados de herejes en este mundo digital.


Así las cosas, quizás conviene alejarse del panóptico digital que nos seduce, y apostarle por retomar discusiones y debates sanos, en otros espacios, en otros foros.

Artículo escrito para diario El Comercio
30 de octubre de 2022

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