Este 8 de marzo, se conmemora el Día Internacional de la Mujer, por lo que, a propósito de esta fecha, conviene reflexionar acerca de porqué es importante tener más mujeres participando en la vida pública, y qué cambia en la democracia cuando contamos con ellas en espacios de decisión.
Pues bien, tradicionalmente, las decisiones de políticas públicas que cambian los estilos de vida de todos y todas, han sido tomadas por el género masculino, huelga de que, el espacio político ha sido exclusivamente reservado para ellos. Solamente cuando las mujeres empiezan a acceder a puestos políticos como el legislativo, por ejemplo, es cuando la democracia empieza a experimentar cambios sustantivos en términos de igualdad, porque se empiezan a discutir leyes acerca de los derechos de las mujeres, con mujeres opinando y aportando en esos debates.
El tener a mujeres en el legislativo, contribuyendo en las normativas y leyes, han generado un cambio sustancial, porque a partir de allí, se han logrado importantes conquistas como: poner en el debate el trabajo doméstico remunerado, por ejemplo; un tema que en un parlamento solo de hombres, jamás hubiera sido posible.
Si los parlamentos seguirían siendo espacios reservados solo para hombres, nunca se debatiría el aborto por violación, o nunca hubiera podido tipificarse el feminicidio. Fue necesario la presencia de mujeres en la política, en las curules, en la sociedad civil y en otros espacios para forzar el tránsito hacia una democracia más incluyente.
Sin embargo, a pesar de todos los avances, en cuotas, representación y demás, aún falta largo camino por recorrer. Y esta democracia post pandémica, sigue retando a las mujeres con nuevos obstáculos para que ellas participen. La violencia de género, y la violencia política se están constituyendo como uno de los impedimentos más significativos hoy en día; pues, pretenden arrinconarlas a fuerza de sexualizarlas, atacarlas y estereotiparlas, y así desincentivarlas a que participen. Y en ese fenómeno, los partidos políticos tampoco ayudan mucho al carecer de estructuras mínimas de promoción de ellas en su seno.
No obstante, y a pesar de que el camino es cuesta arriba, el aporte de las mujeres en la vida pública y en espacios de decisión, es necesario, urgente y vital para cambiar realidades y transformar la democracia. Y en ese empeño, no solamente se requiere la conjunción de voluntades de los cientos de mujeres lideresas que tiene el Ecuador, sino que es indispensable contar con ellos.
El involucramiento de los hombres en este esfuerzo, es clave para desencadenar un efecto multiplicador de igualdad e inclusión, porque solo en conjunto se podrán erradicar desde adentro la reproducción de modelos y monopolios de desigualdad que amenazan con fortalecerse.
Siendo así, que este 8 de marzo nos brinde más reflexión, y motive a todos a seguir luchando por más igualdad. Porque con más mujeres participando, mejoramos la democracia.